¿Cómo puedo saber si lo que siento es hambre real o hambre emocional?

Conocer la procedencia del hambre que siento y diferenciarlas, podría ser el primer paso para conocerte y conocer tu relación con tu alimentación, y este es el objetivo de nuestra publicación.

 

Hambre real

Cuando hablamos de hambre real nos referimos al hambre que responde a patrones de conductas fisiológicas y naturales, que nos regulan internamente, y en las que nuestro cerebro nos envía unas señales de hambre y saciedad, cada cierto tiempo.

El objetivo es que nos alimentemos y obtengamos los nutrientes y la energía necesaria para poder llevar a cabo nuestras funciones vitales.

Hambre emocional

Mientras que cuando hablamos de hambre emocional, su función reside en utilizar la comida como una forma para gestionar o bien regular nuestro estado de ánimo.

Por lo tanto, este tipo de hambre no responde a una necesidad fisiológica, sino que surge como una manera en la que nuestro cuerpo lo hace buscando placer, confort, calma, distracción, entre otros, a través de la comida.

 

¿Cómo puedes distinguirlos?

 

Características del hambre real /fisiológico

El hambre real surge de manera paulatina y aumenta con el paso del tiempo. Si mantienes horarios regulares de comida, el hambre suele coincidir con estos horarios.

El hambre real se origina en el estómago, dado que se trata de una sensación fisiológica. Si te fijas con atención seguro que notas una sensación en el estómago.

El hambre real, al ser paulatina, permite pensar, seleccionar y planificar lo que vamos a comer, de forma consciente. Solemos ver que tenemos en la nevera para ver que podemos preparar según el tiempo que tengamos y lo que nos apetezca.

Cuando el hambre que sientes es real, valoramos que alimentos queremos y podemos comer, podemos reflexionar que nos hace mejor y que necesita nuestro cuerpo en ese momento. Por ejemplo, en verano nos apetecen más alimentos fríos y jugosos, mientras que en invierno nos suelen apetecer alimentos calientes y contundentes.

Además, en el hambre real o fisiológico, cuando acabas de comer una cantidad proporcional a tus necesidades, te sientes saciad@. Teniendo en cuenta que estas necesidades varían en función de tu actividad, el tiempo o estación del año en la que te encuentres.

Características del hambre emocional

El hambre emocional aparece repentinamente y de manera brusca, como si se tratase de una emergencia. En un momento, sentimos un ansia incontrolable por comer y por satisfacer esa sensación inmediatamente.

Al contrario del hambre real, el hambre emocional no se origina en el estómago, sino en nuestra mente, y la necesidad que puedes sentir es tan grande que puedes llegar, incluso, a perder el control. Lo podrás notar como si todo tu cuerpo “hablara”, todo el cuerpo se siente alterado por el hambre emocional.

En el hambre emocional, la dieta que se lleva es caótica. Se ingieren grandes cantidades y de manera descontrolada o, por el contrario, se restringen los alimentos o solo se ingieren un tipo determinado. En este sentido, esa ingesta puede estar asociada a nuestro estado de ánimo, dependiendo de cómo nos sentimos querremos comer más de unos alimentos que de otros.

Suele haber un deseo de comer algo muy específico: aquellas galletas de ese superespecífico, las patatas de aquel bar, el chocolate de aquella marca. Habitualmente con el hambre emocional solemos elegir alimentos ultra procesados, hipercalóricos y altos en azúcares y grasas.

En el hambre emocional la sensación de saciedad suele tardar más en llegar porque ingerimos alimentos de forma rápida  y no damos tiempo a nuestro cuerpo a procesarla, es por ello que ingerimos grandes cantidades sin darnos cuenta si estamos saciad@s. Y cuando nos damos cuenta nos puede doler el estómago.

¿Y ahora qué?

Muchas veces nos parece muy difícil poder diferenciar los tipos de hambre que podemos sentir, por esta razón es importante un proceso de autoconocimiento y conexión con nuestro cuerpo para entender que sentimos y como nos estamos relacionando con la comida. Muchas veces sostenemos hábitos que nos son perjudiciales, pero no sabemos por qué y no sabemos cómo funcionar de manera diferente.

Si te sientes así, y lo que has leído en este artículo te resuena, no dudes en contactar a un profesional que pueda asesorarte, siempre estamos a tiempo de mejorar nuestra relación con la comida y de buscar un mayor bienestar para nosotr@s mism@s.

 

Dina Agra- Psiscóloga de la Unidad de psiconutrición de IMBEST, Unidad de obesidad del Instituto de Edoscopia Avanzada Espinós Turró

 

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